15 agosto 2009

DIEZ AÑOS

Nada es igual que antes

La experiencia, nuestra mejor aliada
A los diez años de matrimonio, la vida es muy distinta a la de recién casados. El trabajo profesional, los hijos, los gastos inagotables, los hobbies siempre postergados, los defectos que han salido a la luz, pero también la experiencia acumulada en el camino recorrido.


.... son diez los años transcurridos: una primera reflexión nos llevará al convencimiento de que no se puede mirar para atrás, ni hacer comparaciones con tiempos pasados. ¡Fuera añoranzas, nostalgias y melancolías, muy propias del romanticismo, pero que han quedado "demodé"!
Necesitamos vivir en la realidad, que está bastante lejos de los bandazos de la imaginación. Es buena hora para sentar la cabeza y sobre todo para utilizarla.

...
Todo ha cambiado

Tu matrimonio de hoy es distinto al de hace diez años. ¡Afortunadamente, pues de lo contrario se habría quedado enano!
Tú y él -tú y ella- habéis sufrido un gran cambio: diez años en la década de los veinte a los treinta dejan mucha huella.
El trabajo profesional con una responsabilidad familiar ha tenido un saber distinto, y un engarce diferente: ha habido que fajarse con él, echar raíces en la situación en la que te encuentras o medir mucho los trasplantes. Has conocido la angustia que produce el desgarro de estar en un lugar con la ansiedad de llegar a otro. Has sabido lo que es trabajar cansado y llegar a casa para seguir trabajando.


Nuevos retos

Busquemos otra variable: Es posible que hayas cambiado de ciudad, y prácticamente seguro que de casa. Te has tenido que acoplar al nuevo barrio y vecinos distintos. Tus padres han quedado lejos: es cierto que ya eras antes de casarte muy independiente, pero esa autonomía la habías buscado tú y es frecuente que ahora te venga impuesta por la distancia física, afectiva, y en muchas ocasiones porque no quieres complicarles la vida contándoles "tu caso".
Unos y otros teníais unos amigos y aficiones determinadas, pero como el don de la bilocación no existe en esta tierra más que en las películas de ciencia ficción, os habéis visto obligados a equilibrar los gustos y apetencias. Hoy cedo yo y mañana cedes tú; o quizá hoy cedo yo, mañana también... y tú sólo alguna vez. No ha ocurrido nada, simplemente tenéis menos cosas que comunicaros y menos intereses que compartir, porque su vida va por otro lado.
El régimen económico en el que vivís ha girado ciento ochenta grados:, al principio los gastos fijos eran más reducidos, y el resto eran los variables, para pasarlo bien o hacer lo que os diera la gana. Ahora las obligaciones se han incrementado y todo se lo llevan los recibos básicos que hay que pagar a principio de mes, de forma que para "lo que llegue" queda una franja bien estrecha.

Y además

No hemos acabado, ni casi empezado a analizar cambios en estos diez años, y nos falta el fundamental, los hijos: la inquietud de si vendrían o no llegarían, si el embarazo transcurre entre mareos y náuseas; más tarde la preocupación de si será absolutamente normal, la angustia del parto y las noches sin dormir, aunque haya que trabajar al día siguiente.
Sin embargo, con ser complicado no ha empezado lo más emocionante: la educación. Hay que sacar tiempo para preocuparse de él, y destreza para saberlo educar: ¿seré rígido? ¿Seré blando?... y entre inquietudes y dudas habéis ido saliendo adelante. Luego llegó el momento de elegir colegio y el acierto para encontrarlo.
Y ya está... hemos llegado a los diez años de matrimonio y no hay quién nos conozca. Naturalmente, ¿comprendes ahora por qué te decía, al principio, que tu matrimonio de hoy no se parece al de diez años atrás? Si fuera así es que seríais como piedras o como vegetales. No es ni mejor ni peor. Cada uno tuvo su momento, fue acorde con su hora.

Valorar la experiencia

Ahora hay más trigo y menos paja, más consistencia y menos brillo, más encarnadura y menos fantasía.
Hay que levantar la cabeza y sentirse muy orgulloso de estos diez años que han transcurrido, en los que habéis dejado de ser una pareja de tórtolos, para convertiros en un matrimonio con poso y con peso. ¡Entendedme bien!
No estoy queriendo decir que haya que poner cara de acelga y modos de "maruja"; vuestra felicidad ha de ser más grande que antes aunque no tan bulliciosa... lo cual no quiere decir que de vez en cuando no hagáis una "locura de juventud"... eso le va muy bien al matrimonio.
Me estaba refiriendo a que lejos de mirar hacia atrás con nostalgia tenéis que daros cuenta de todo lo que habéis conseguido. Hoy y ahora. Quizá por eso, en cada estación hay que saber ver los riesgos para ponerse a cubierto.

Vidas paralelas

Por ejemplo, hay que contar con la gran tentación que es tan conocida como para haberle acuñado una terminología: las vidas paralelas.
El reparto de papeles en la casa de tal manera que cada uno toca su instrumento pero, a su ritmo y a su manera, sin preocuparse del acorde que está tañendo el otro.
La vida profesional es un gran dragón que devora cuanto encuentra a su paso, pero no es un bicho mitológico con diez cabezas, que espanta sólo verlo. Lo malo es que no se deja fotografiar y cuando se presenta se disfraza de "prestigio profesional", "necesidad de quedar bien", "indispensable para ganar dinero que necesita esa familia"...
Y todo eso es necesario, pero hay que colocarlo en su sitio con mesura, sin convertirlo en un depredador de la vida. La vida es algo mucho más amplio y profundo, más abierto y enriquecedor que una situación profesional brillante.
No se trata tanto de que cada uno desarrolle un papel, como de que entre los dos la realización resulte valiosa. Es compartir, participar, cooperar en un mismo proyecto.

Poner amor

Otro de los peligros, a estas alturas, es pensar que se conoce tanto al otro, que sus defectos me resultan tan inmutables que he llegado a "tirar la toalla".
Esto no se puede hacer por muchas dosis de sentido de resignación que se tengan: hay que aceptar, perdonar y comprender pero nada de eso nos impide seguir esforzándonos por intentar mejorar al otro.
El amor lo puede todo, es casi omnipotente. Estoy escuchando la queja que no me quieres decir en voz alta:
-Es que es el amor el que se ha enfriado...-
Habría que hablar mucho de la distancia que existe entre las apariencias y la realidad. Sería el momento de mirar más lo que "hace" que lo que "dice" o expresa. A pesar que es cierto que se ha apagado tendría que darte la vieja receta que viene de buena mano: donde no hay amor, pon amor y sacarás amor. Eso es heroico me puedes contestar, mientras yo te replico que es tremendamente eficaz.


Una gran aventura

Los diez años transcurridos son la mejor base para lo que vendrá después, hay que apoyarse en ellos y verlos como un gran cimiento sobre el que seguir construyendo; nada de mirarlos como un recorrido cansino que en muchos momentos estaba trazado cuesta arriba. Eso no es cierto, si lo miras con ojos objetivos.
Todo lo contrario, hay que cogerlos entre las manos y besarlos: ¡cuánto os quiero!
¡Ah, y no te asustes; cuando pasen otros diez años, volveremos a hablar y me repetirás lo mismo: cuánto ha cambiado mi matrimonio en estos años!
¿Había dicho alguien que es monótono? No hay nada más apasionante, variado y atractivo.

Por: Antonio Vázquez Fuente Edufam.net


Me ha gustado esta lectura y como hoy hace diez años que nos casamos pues lo dejó aquí como mi pequeño homenaje a estos diez años.

Y aquí una bonita canción para acompañar el día...

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